Mi experiencia como asambleísta, ha sido llena de regalos del don del Espíritu que me dio las herramientas para asumir la tarea de ser voz, pero principalmente de escuchar lo que la Iglesia Latinoamericana y caribeña expresa en sus dolores, esperanzas y reclamos.
Descubrí una Iglesia que quiere caminar hacia la reforma que llamamos sinodalidad, hacia una Iglesia que sale a hacer presente el Reino en todo el continente, que escucha el clamor de tantos que han sufrido, y las alegría de otros.
Los grupos de discernimiento fueron una encuentro fraterno y sincero, donde las voces de distintos lugares y maneras de ser Iglesia se manifestaron. Un pentecostés, donde todos se pudieron sentar como hermanos y hermanas.
La asamblea me llamó a seguir saliendo a la escucha y seguir caminando con todos, llegando a un consenso, a dejar de ser un nosotros y pasar a ser uno, desafío grande pero estamos en camino. Nos ayuda a caminar, no nos da respuestas, solo nos ilumina por donde creemos que el Espíritu nos impulsa, sus desafíos pastorales son grandes pero reconocemos que para alcanzarlos debemos comenzar por cada uno, en el compartir y el trabajar por ellos.
Doy gracias al Señor por llamarme a ser parte de la Iglesia, por aportar lo que pude, pero sé que en eso puse y cada asambleísta con el que compartí también, todo su corazón lleno de amor y espíritu de discípulo misionero en salida, como lo hizo nuestra Madre María.
Siempre tuve presente a toda la familia menesiana que creo que debemos asumir y potenciar muchos desafíos como parte de la Iglesia Latinoamericana, ya muchos los trabajamos cotidianamente también me siento alegre y feliz de poder haber hecho presente el don de nuestro carisma en esta asamblea eclesial de América latina y del Caribe.
Hno. Walter Muñoz García