Durante estos días tuvimos la gracia de compartir, como Familia Menesiana, el Capítulo del Distrito Divina Providencia. Un encuentro fraterno que marcará el camino a recorrer en los próximos seis años para los cuatro países que conformamos este Distrito: Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia.
Fueron jornadas cargadas de vida, oración, reflexión y escucha. Días intensos en los que trabajamos profundamente cada uno de los documentos que nos ayudarán a seguir haciendo de nuestras obras espacios donde los niños y jóvenes puedan encontrarse con Jesús y vivir su Evangelio.
Este proceso no comenzó aquí. Desde hace varios meses, cada comunidad fue realizando aportes, fruto del trabajo cotidiano y del discernimiento compartido. Esos aportes fueron la base y el corazón sobre el cual construimos juntos estas jornadas.
Nos organizamos en comisiones, integradas por las más de diez obras y centros educativos y pastorales que conforman nuestro Distrito. En cada una de ellas tuvimos la posibilidad de practicar la Conversación en el Espíritu, un modo de escucha profunda y comunitaria tan propio de nuestra espiritualidad.
Como representantes de la comunidad de Buenos Aires, vivimos con mucha alegría esta experiencia de oración, reflexión y trabajo fraterno. Nos enriqueció enormemente poder escuchar tantas voces diversas, sentirnos parte de un mismo sueño y confirmar que seguimos siendo escuelas para dar a conocer y amar a Jesucristo.
Sabemos que el camino por delante nos desafía y nos entusiasma. Volvemos a nuestras comunidades con el corazón lleno de gratitud y esperanza, renovando el compromiso de seguir construyendo escuelas que sean casa, taller, templo y frontera; espacios donde cada persona pueda sentirse llamada a vivir plenamente y al servicio de los demás, confiados en nuestros cinco panes y dos peces, siempre con Dios Solo.
