Del miércoles 15 al sábado 19 de julio, un grupo de alrededor de 40 misioneros laicos partimos desde la ciudad de El Alto con destino a la comunidad de Santa Ana de Mosetén, llevando no solo mochilas cargadas, sino también alegría, fe y ganas de servir.
Éramos una mezcla hermosa de personas: niños, jóvenes animadores y catequistas, profesores de la Unidad Educativa Luis Espinal Camps, 14 estudiantes de colegios como San Francisco y Germán Busch de San Borja, Hermanos Menesianos de El Alto y San Borja, además de algunos jóvenes del propio colegio de Santa Ana. Una verdadera comunidad misionera en salida.
A nuestra llegada, fuimos cálidamente recibidos por Ever y su familia, encargados de la capilla, y Erlan, junto a su familia, responsables de la unidad educativa del lugar. Su hospitalidad marcó el comienzo de una experiencia inolvidable.
El primer día, por la mañana, hicimos un recorrido por las calles del pueblo para conocer el lugar y también para integrarnos mejor como grupo. Ya por la tarde, comenzamos las visitas por zonas, invitando a niños, jóvenes y familias a participar de las actividades que venían.
Durante los días siguientes, cada mañana y tarde se llenaban de risas, juegos y oraciones con los niños. También visitábamos hogares, especialmente donde había personas enfermas, compartiendo momentos de escucha, fe y esperanza. Además, colaboramos en la unidad educativa con tareas de limpieza y orden.
Fueron días breves, pero intensos. La comunidad nos abrió su corazón y nosotros, sin duda, también dejamos un pedacito del nuestro. Regresamos con la certeza de que la misión no solo transforma a quienes reciben, sino sobre todo a quienes dan.
Yamil Castro