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Hno. Dámaso Cereceda García

Fundador de la obra menesiana en Chile

Nació el 29 de marzo de 1941 en Quintana María (Burgos), España. Desde pequeño fue al seminario menor de Nanclares donde creció junto a muchos adolescentes y jóvenes. Luego de unos años de estudio y formación hizo el ingreso al noviciado el 14 de agosto de 1958, a los 17 años y al cabo de un año hizo sus primeros votos de pobreza, castidad y obediencia como Hermano Menesiano.

Luego continuó en la misma casa su formación como hermano joven para luego dedicarse a enseñar en distintos colegio de la Provincia del Pilar, en Bilbao y Portugalete y después de hacer experiencia de lo que significa vivir como Hermano el seguimiento de Jesús, educando a niños y jóvenes, expresó su compromiso para siempre haciendo los votos de perpetuos el 19 de julio de 1964, en la capilla de Nanclares, a donde vuelve en el 67 para hacer clases.

Luego en 1968, forma parte de la comunidad fundadora de Santo Domingo, junto al Hno Delfín, Justino y Aparicio. Los niños y adolescentes de la parroquia de Santo Domingo, donde permanecieron varios meses antes de poder trasladarse al colegio, los apreciaban por catequistas y compañeros de partidos de fútbol en el cauce seco del río. Jugaba muy bien y no decía garabatos.

Luego, en el 69 a Madrid, donde hizo estudios universitarios (Filología) y clases en el Menesiano. En el 74 le encomiendan, por un año, la dirección del aspirantado en Nanclares, donde acompañó la formación de adolescentes a la vida de Hermano. Al siguiente año lo encontramos como director del colegio de Santo Domingo, donde permaneció 6 años en esa función. En el 80 vuelve a una comunidad conocida, la primera, Bilbao para hacer clases durante dos años.

Después de estos 21 años de vida como Hermano, hace un año de renovación, un año para volver al primer amor, un año para mirar agradecidamente lo vivido y proyectarse con aires nuevos. Estamos en el año 1982 y lo encontramos en Roma haciendo lo que llamamos el segundo noviciado. De allí viaja a américa del sur, como fundador de la obra menesiana en Chile junto a los HH Joaquín Blanco y José Antonio Vivas. Pasan por las comunidades de Argentina antes de llegar a destino, a finales de octubre. No pueden afincarse en Culiprán ya que los trámites no están realizados. Tienen que esperar y lo hacen en Santiago, con los HH Maristas.

Al año siguiente se alojan en Melipilla en distintas casas (cerca de la Catedral, con las Hnas de la Caridad de Vedruna, entre otras) y hacen clases en el liceo. El Hno Joaquín sigue de cerca el proceso para poder hacerse cargo de la escuela de Culiprán.

En el 1985 comienzan la obra en la escuela primaria rural de Culiprán. Si bien la presencia de los Hermanos es valorada en el lugar, al comienzo generó cierta zozobra. El inicio del ciclo lectivo se vio golpeado por el terremoto del 3 de marzo. Este los sorprendió en la capilla de las palmeras celebrando confirmaciones, y en palabras de Dámaso, “las montañas se movían como si fueran de goma”. Los daños materiales fueron importantes: destruyó la vivienda de los Hermanos, que era la casa del fundo y afectó gravemente la escuela, como a toda la zona. Los Hermanos recibieron agradecidos a los pocos días la compañía de quien era el provincial de la Inmaculada, el Hno Delfín López.

Los Hermanos fueron acogidos en la parroquia de Chocalán, y allí vivieron hasta que se levantó la casa actual que habita la comunidad de Culiprán. También la escuela necesitó ser reconstruida. La labor fue ímproba, pero dejó una marca a fuego en todos. La unidad fue puesta a prueba y el temple de cada uno también. Todos salieron fortalecidos de esa dura experiencia.

Algunos de los que fueron sus alumnos o compartieron vida con él expresaron: “uno de los pioneros en hacer un Culiprán distinto, mejor y darnos, a muchos, la posibilidad de poder estudiar y educarnos en la fe. Un ejemplo de caballerosidad, atento en el saludo y preocupado por visitar a las familias y en especial a los enfermos, ya fuera en el hospital o en su hogar; un auténtico ejemplo de caridad menesiana. Un hombre correcto, intachable, un gran profesor y amigo. Una gran persona, muy amable y siempre dispuesto a ayudar, sencillo, humilde y muy cariñoso con todos sus alumnos. Educador muy dedicado y preocupado por nosotros sus alumnos, nos educó en la fe”.

En 1987 volvió a España, Santo Domingo, donde siguió haciendo lo que sabía hacer, clases y además se hizo cargo de la administración; luego en Portugalete hizo lo mismo.

El cariño por la obra chilena, lo devolvió al país. Es así como en el 92 lo encontramos en Llay Llay donde también dejó huellas: “nunca se me va olvidar su lema unidos en solidaridad, un ejemplo de servicio y preocupación por las familias de la comunidad; un servidor de los demás, siempre preocupado por los más pobres, especialmente los enfermos”.

En este tiempo vive un año en cada lugar (7 años en 7 lugares distintos), peregrino como el Maestro que lo sedujo, con la maleta armada para el nuevo destino. En el 93 en Culiprán, en el 94 forma parte del equipo de formación junto al Hno Félix e inician el proyecto acompañando al joven Hno chileno Luis Moya Reyes en Quilicura, para ir al año siguiente a Santiago, y más precisamente a Quinta Normal.

En el 96 hace clases en Culiprán y se prepara para la nueva misión que le encomendarán junto a otros Hermanos en Bolivia, no en el Alto, sino en el polo opuesto, en San Borja. Por siete años formará parte del proyecto.

Luego, una vez en marcha la misión regresa a Chile, Culiprán como animador pastoral, para volver a Bolivia, San Borja a los 6 años, 2011. El calor y la humedad no le ayudan y su cuerpo le pide un cambio y es así que regresa a Chile, a Llay Llay donde como jubilado acompaña la vida y obra de la comunidad hasta el 2016. Hombre abnegado, silencioso, observador; con el hacha o el serrucho en la mano era el terror de los árboles, aunque según él, los disciplinaba, y algunos desaparecían, no sin poner otros.

En 2016 que regresa definitivamente a España, primero a Nanclares y luego ya más afectado por el alzhéimer es trasladado a Bilbao para contar con mejores atenciones en salud, donde fallece, el 27 de marzo de 2020, a los 78 años de edad, a causa del COVID-19.

Testimonio del Hno Javier Julián, de sus años vividos en San Borja.

Primeros días de enero 1997. Un significativo y variado grupo de menesianos formado por 7 personas viajaba en avión a Chile desde España. Los papás de hno Joaquín y Juan Cruz se quedaban en Chile, algunos hermanos (Joaquín B y Javier) y una voluntaria (Paty) permanecieron “en tránsito” en el aeropuerto de Santiago para recoger al Hno. Dámaso y dirigirse como nueva expedición a la búsqueda del “Dorado” en la Bolivia Oriental, la tierra del Gran Paitití, donde se ubicaba el “poblao” de San Borja. Un tiempito breve para experimentar el “sorojche” y nuevo avión militar del TAM los trasladaría a la pampa beniana y aterrizar en la pista de pasto para sentir un calor sofocante en el cuerpo.

Los Hermanos de la comunidad de El Alto esperaban (se habían adelantado a disfrutar el contraste climático) y los acogían junto con el Padre Christian (Redentorista) que fue en adelante un fundamento de la nueva fundación de una comunidad en tierras bolivianas. Un retiro de 6 días animado por el Hno. Joaquín, Provincial, precedió a la constitución de la nueva misión y comunidad borjana constituida por dos experimentados “americanos”: Martín y Dámaso; y un recién llegado: Javier. Directrices…. alistar documentos… trámites… preceden al inicio de la vida y misión menesiana en San Borja.

Se le puede ver a Dámaso, entre nervioso y decidido, enseguida aportando desde su experiencia criterios de vida comunitaria para principiantes. Con un gran sentido práctico y comunitario va abriendo caminos primero para encontrar un espacio de vida, una casa se adecuara a las necesidades de los hermanos, abriendo caminos de inserción eclesial facilitados por el párroco, caminos de inserción social para ir integrándose en los diferentes grupos con los que la comunidad se habría de relacionar para desarrollar su vida en adelante.

De forma natural, la vida menesiana del hermano (y de la comunidad) se va tejiendo en torno a los ejes típicos de un menesiano: el eje de la comunidad, el de la escuela y el de la vida eclesial.

La vida en San Borja en esos años es una vida que para los hermanos se hace dura pero bien sobrellevada. Dámaso en eso se desenvuelve como un maestro de austeridad: no necesita mucho… y lo que necesita… lo necesita poco…. “¡no te preocupes… ya me arreglo yo!” solía decir. Su “maletín” o bolsón tanto de la escuela como para ir a cualquier lado, nunca va apretado de cosas… con poco se sirve, vive… No es cuestión de solo de austeridad (que la podían sentir los hermanos), lo vive con naturalidad y alegría.

Dámaso enseguida muestra en San Borja rasgos que ha vivido y tiene bien interiorizados en su experiencia larga de hermano y de misionero; un ejemplo es caminar o “patear” las calles de San Borja… Es un amante de los paseos comunitarios en la tardecita, cuando ya no aprietan los calores húmedos… cada vez toman diferentes direcciones del radio urbano… para conocer, para hacerse una idea, para insertarse en el medio… para reconocer el lugar y orientarse en él… Tiempo para abrir los ojos, escuchar la realidad y las personas, aprender a “hablar”…leyes elementales para recién llegados.

La vida típica en San Borja conlleva el uso de la moto. “Vueltear” en moto alquilada por una hora, en torno a la plaza es uno de los “deportes” favoritos de los jóvenes borjanos los sábados y domingos. Trasladarse era cuestión de usar taxi para no soportar tanto tiempo el sol… así que los hermanos pronto se animan a disponer de una moto propia, que incluso podemos asociar a Dámaso porque él fue el primero en atreverse a entrenarse y usarla para los diferentes menesteres especialmente realizar la compra y cargar con peso.. Si preguntamos a sus alumnos seguramente lo asociarían más a la bicicleta que a la moto… ambas fueron una herramienta importante en las manos del misionero que necesita siempre estar “en camino”.

En comunidad Dámaso es un “factótum”… a su manera. “¡Déjame!” solía decir. Lo mismo hacía un guiso que planchaba o lavaba ropa o cogía mangas en el canchón para el postre de la comida o buscaba la forma de librarse de los molestosos zancudos que al atardecer atacaban y hacían bastante daño en sus piernas algo varicosas. Su ritmo de vida casi siempre apresurado y nervioso hacía que terminara el día cansado y presto al sueño reparador, primero en la “perezosa” y enseguida en la cama con mosquitera en un cuarto hecho con separadores de tela. Pronto se escucharían sus leves ronquidos…

Dámaso estuvo en dos momentos bien distintos para él en San Borja: el primero, digamos fue el tiempo “fundacional” y de actividad plena en todos los ámbitos (1997-2005) y el segundo (2011-12) en el que, a la vuelta de su estadía en Chile, no tuvo actividad escolar formal aunque sí en los demás aspectos de la vida y misión.

Además de vida comunitaria, su vida en San Borja también es escuela. Acá ser maestro es ser funcionario del Estado. Así que desde el mes siguiente a la llegada los hermanos se incorporaron a sendas escuelas: Martín y Dámaso en los dos San Franciscos (Intermedio y Medio) y Javier en el San Francisco Medio. Los tres en horario de mañana. Faltaba presencia física en dos escuelas: la 18 de noviembre y Germán Busch.

La escuela fue vivida por todos los hermanos con entrega, intensidad y novedad durante los primeros años. Dámaso lo vivía con particular intensidad especialmente en esa área de lenguaje de la cual era gran especialista. Sus alumnos lo recuerdan como un profesor serio, que amaba la literatura, les exigía leer, que les costaba hacerle reír pero que les hizo aprender:

Cómo no recordar sus clases donde con la mirada nos decía que nos calláramos, y no daba inicio mientras que no calle el último alumno, pues el respeto hacia la persona tiene que ver mucho, que en paz descanse Hermano Dámaso”.

Yo valoro su paciencia porque justo a Él le toco un curso como el nuestro…. muy difíciles de comprender pero pese a eso fue un gran buen maestro que nos inculco buenos valores, apoyarnos en las deficiencias que teníamos en nuestra comprensión de lectura, redacción de un texto, faltas ortográficas, la sintaxis que tanto nos recordó… por favor cuando escriban su nombre coloquen su acento porque se molestaba cuando no se lo acentuaba”

Algo característico en Dámaso que luego se convirtió en pauta de centro menesiano: Visitar familias. Cuando un alumno tenía problema… sobre todo de asistencia el agarraba su bicicleta y llegaba cuantas veces fuere necesario a la casa hasta lograr que cumpliera sus objetivos… conocer e implicar a las familias, acompañarlas… esto también fue dando origen a la necesidad de institucionalizar ese apoyo familiar sin el cual los más vulnerables les resulta difícil levantar cabeza. Dámaso inició también actividades para el Programa de Apadrinamiento de familias y estudiantes.

“Hace mucho tiempo que no nos visita hermano” achacaban a veces las familias haciendo ver la costumbre de verlo por las calles polvorientas visitando los “pahuichis” (viviendas cambas) de los más humildes.

Los hermanos en San Borja siempre han tenido como base el tejer lazos eclesiales, construir o ayudar a construir “iglesia” al servicio del Reino. Evidentemente es tarea de construcción de iglesia el trabajo escolar y la pastoral educativa pero se puede especificar más ese trabajo en el contexto parroquial. Encontramos ahí a Dámaso como “en su salsa”: haciéndose cargo junto a las Hermanas dominicas de la Beata Imelda de la Catequesis de Primera Comunión que se organizó como Catequesis familiar: una modalidad con una metodología compleja (trabajo con Parejas-guía, éstas con las familias, las familias con los niños y por último con los niños y con sus catequistas) pero linda que por mucho tiempo se llevó a cabo gracias al esfuerzo de coordinación que durante la semana hacía Dámaso por las noches en las diferentes zonas de San Borja. Ello también requería convocar y preparar a jóvenes mayores del colegio para ser animadores de los grupos de niños que se reunían los domingos. En ello invirtió el hermano muchas energías y mucha ilusión. También algún que otro “cabreo”…

Capítulo aparte cabe destacar también su preocupación y presencia en las comunidades de Base que habían sido distribuidas al inicio de cada gestión a los hermanos y hermanas para acompañarlas en su caminar: le recordarán de forma especial la Comunidad de perpetuo Socorro, de la Zona Guerrilleros Lanza y la Comunidad de Santa Rosa de Lima entre otras.

La segunda etapa de presencia en San Borja entre 2011-2012 ya retirado de las clases formales se centró en los apoyos escolares… visita de familias… preocupación por el jardín… etc

Su salud y cansancio era fuente de preocupación pues tenía problemas de circulación en las piernas… Su vuelta a Chile obedeció a la posibilidad de atenderse mejor en este aspecto de su vida y al reconocimiento de sus límites.

Dejemos que sea un testimonio de una alumna el que cierre el relato de este capítulo borjano de la historia del Hermano Dámaso:

Lo recuerdo como mi apoyo incondicional, aunque a veces no le entendía nada de lo que me decía… pero… Recuerdo el día que me buscó para que estudie en la normal y qué sorprendida. El inmediatamente me dijo que empiece a estudiar y trabajar. Y yo le dije: Y Ud. ¿confía en mí? El me miro serio y me dijo: “Tú decides si quieres ser alguien en esta vida”. Pues eso me marcó… siempre estuvo ahí… empujándome… me motivo siempre… eso es lo que más recuerdo de él…”

Gracias Hermano Dámaso por esta parte de tu vida entre los cambas, entre la gente borjana a la que serviste de forma abnegada, humilde y desprendida. Sí, desprendida: conociste, amaste, entregaste, sembraste… y te fuiste sin amarras sin tender lazos que condicionaran tu libertad para servir a Dios a quien tanto amaste y en quien tenías claro que era tu centro.

2 comentarios sobre “Hno. Dámaso Cereceda García

  • Un privilegio haber compartido tantos años con la familia Menesiana en Chile y en España.
    Agradecimiento infinito por tanto cariño, por cada palabra y por cada oportunidad que me dieron para crecer tanto laboral mente como profesionalmente.
    Gracias por poner en este testimonio tan bonito esa imagen con hh. Damaso, fue en Santo Domingo de la Calzada cuando celebraron 25 años de SAL.
    Gracias ❤️

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  • Agradecer, de manera especial a todos los hermanos. Cuando llegamos a trabajar a Culipran, con mi esposa Mariela, el hermano Damaso, junto al hermano José Antonio, nos recibieron y entregaron su cercanía y afecto.
    Le gustaba mucho participar de las actividades del huerto y trabajaba afanosamente sus violetas de persia, tenía una colección en su casa, y enseñaba su método bastante particular de reproducción, cojiendo el polen con un algodón y repartiendo en otras con extremo cuidado.
    En su querer de la naturaleza, reflejaba su querer de Dios.

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