Cuando empiezo un retiro siempre me vienen las palabras de Juan María “Hijos míos, el tiempo de un retiro es el tiempo de los milagros” y cuanto necesitaba de ello.
Recuerdo que deseaba mucho este momento, porque significa para mi “volver a casa”. Me hacia la imagen del hijo prodigo que “cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó” (Lc.15,20) ese instante fue el retiro para mí.
En el silencio y en compañía fue ir degustando con mi propia vida que el Padre no se avergüenza de mis valles más oscuros, esos que me hacen decir muchas veces: “ya no merezco ser llamado hija tuyo” (Lc 15,19) Por el contrario, se conmueve, me abraza con misericordia y me ama por lo que soy desde tres invitaciones claves.
La primera, haciendo memoria deuteronómica, ver el pasado con agradecimiento, “Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor te hizo salir de allí con el poder de su mano y la fuerza de su brazo” (Dt 5,15), haciendo propias las palabras de Jesús: “te alabo padre” (Mt 11,25) porque cuanto he crecido en este tiempo y de cuanta maravilla he sido testigo.
Segundo, abrazando el presente con pasión. Porque el Señor es quien me ha dado vida, y una vida en abundancia, que merece ser vivida con intensa plenitud y fecundidad. Más allá de mis miedos y excusas.
Para finalmente, ver el futuro con esperanza. Que es en comunidad, siguiendo el modelo de comunión que tiene la Santísima Trinidad. Y así, poder hacer realidad la invitación de Juan María: “No tengamos más que un solo corazón y un alma”.
Desde aquí comparto un regalo personal que el Señor me hizo en estos días. Hablando con una amiga, días previos al retiro, reflexionábamos si era posible la santidad y allí me sonaba algo lejano y difícil. En la eucaristía celebrada en la gruta, rezando con quienes nos precedieron, lo entendí. ¡La santidad es posible porque en ellos la he visto!: En la alegría de H. Alfredo, el mate de H.Wense, la creatividad de Julián y así pude ir dando gracias por los santos que estuvieron y los que están. ¡Que maravillosas son tus obras! (Sal 139,14)
Finalmente, y para no extenderme demasiado, en la misa de cierre el sacerdote redentorista Juan Pablo, que generosamente llevo adelante el retiro, nos preguntaba: ¿De qué estaría orgulloso nuestro fundador? Y repito lo que exprese en ese momento: Al iniciar su obra él ya decía “poco a poco, el grano de mostaza se ha convertido en un gran árbol, en el cual hoy vienen a refugiarse una multitud de niños” (JMM) Imagínense si nos viera, el bosque de mostaza que tenemos en el Cono Sur, cuanto ha crecido la comunidad que es una gran familia. Y allí fuimos testigos de la renovación de votos de nuestros hermanos, reunirnos a celebrar en familia: laicos y hermanos.
Gracias al señor por regalarme la Gracia de estar acurrucada en Él.
“Dios sólo en el tiempo, Dios sólo en la eternidad” (JMM)
Palacios Daniela
10/01/2025